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Vangelo e Cultura Convegno del 23 luglio 2010

Pragmática e interculturalidad Requisitos fundamentales para una actitud intercultural

Para la interculturalidad es necesaria una identidad, es necesario pertenecerse a sí mismo de manera personal e inconfundible. Es necesario construir el sí mismo porque las categorías de la unicidad y de la irrepetibilidad de la persona construyen tanto la dimensión de la identidad  como la dimensión de la diferencia. Es necesario, por ello, evitar el complejo de culpa: la culpa de ser uno mismo y la de pertenecer a una determinada cultura. La relación ha de ayudar a que cada uno llegue a ser cada vez más sí mismo, puesto que un encuentro entre las culturas que invitara a favorecer la auto-eliminación no sería un encuentro relacional.

Para la interculturalidad es necesario el paso “del sí mismo al otro”, reconocer que el otro no solo “tiene” un rostro, sino que “es” un rostro: “llamamos rostro al modo en el que el Otro se presenta, que supera la idea del Otro en mi”1. Decir que el otro es un rosto significa decir que el otro no está ya dado, no es previsible, ni mucho menos dominable. El peligro es el de absorber al otro, no reconociendo que el otro existe con anterioridad a toda iniciativa mía, y a toda pretensión personal de poder.

 

Interculturalidad y estudio del texto bíblico

El comportamiento monocultural considera el texto bíblico de manera monolítica, como si sus fronteras literarias y culturales estuvieran ya definidas, dadas de una vez para siempre, en vez de reconocer que el texto, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, aunque de diferentes maneras, es  un testimonio de las relaciones interculturales y de la armonía entre las diferentes culturas. La actitud intercultural considera el texto como un hecho cumplido y al mismo tiempo contemporáneo al lector,  estableciéndose una dialéctica continua entre dos interlocutores que viven e interactúan entre sí.

 

Un lector monocultural hace fluir la comunicación en una sola dirección: the conduit model: del texto al lector y del lector al texto. El modelo de comunicación intercultural en cambio, es circular y dialógico. La comunicación no es algo que se hace al otro, sino algo que se hace con el otro2. 

 

La actitud monocultural lee los métodos de lectura bíblica de manera conflictiva y se basa sobre axiomas simplistas, sobre esquemas metodológicos fijados de una vez para siempre (fundamentalismo)3, mientras que la actitud intercultural prepara para adquirir un pensamiento complejo, para la amplitud mental, para el desarrollo del método y para su crecimiento interno.

 

Pragmática e interculturalidad

Hablando de la figura literaria del “lector modelo” se insistía en el hecho de que en él la intención del texto desemboca en su realización4y citando a Umberto Eco, se añadía que “el texto es un mecanismo parsimonioso (ahorrativo), que vive de la plusvalía de sentido que recibe del destinatario”5. Por lo tanto, un texto tiene muchas potencialidades y el lector modelo es la categoría literaria en la cual se sedimentan las diversas potencialidades de un texto.

La función del lector modelo consistirá pues en encarnar la “verdad” sedimentada en el texto y en ofrecer de este modo, al lector real una exigencia de traducirlo en formas concretas de existencia. Ante una página bíblica, los lectores empíricos del siglo XXI, entran en relación con la verdad del texto entrando en relación con la figura del lector modelo que encarna aquella verdad. En relación con el lector modelo, que integra en sí mismo las cualidades ideales de un lector, el lector empírico está impulsado a establecer una relación constante y verdadera, a ser partícipe de las emociones provocadas por el texto y sobre todo, a aprender a confrontarse con un sistema de valores diferente al suyo.

Los lectores de cada época, de diferentes culturas, clases sociales, y diferentes sensibilidades, están llamados constantemente a interactuar con el lector modelo delineado en el texto y a comparar sus expectativas con los modelos que él encarna, no copiándolos  solamente sino repensándolos y reinterpretándolos.  Es evidente que, de esta manera, la verdad personalizada en el lector modelo no se agotará en una única actuación, sino que asumirá diversas modalidades, según las modalidades contenidas en la verdad del lector-modelo. De esta manera, la exégesis bíblica  recupera su dimensión hermenéutica y se convierte en fuente de vida para la acción de los creyentes.

 

Massimo Grilli

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1 E. Lévinas, Etica e Infinito, Roma 1984, 49.

2Cf. página web mencionada arriba: «Linguaggio e comunicazione».

3Cf. Pontificia Comisión Bíblica, L’interpretazione della Bibbia nella Chiesa, Città del Vaticano 1993, 65.

4Cf. Página web arriba: «Pragmatica e analisi del testo».

5 U. Eco, Lector in fabula, 66.